Mi Ex-esposa Misteriosa Es Multimillonaria

Chapter 623



Chapter 623

Chapter 623


Capítulo623


-Antes, fui yo quien no actuó correctamente, te forcé demasiado. En el futuro, no haré nada que te haga sentir incómoda de nuevo- dijo Alejandro.


La apariencia pálida y quebradiza de Alejandro, como si estuviera perdiendo las fuerzas, tenía un


extraño y enfermizo atractivo que dejó a Clara momentáneamente perpleja.


Ella tosió suavemente, y colocó el frasco de medicina en la mesa antes de ponerse de pie. –


Recuerda tomar la medicina del segundo tratamiento a tiempo. Me voy.


-No es necesario, llévatelo de nuevo- dijo el hombre.



-Alejandro, ¿qué estás insinuando? ¿No quieres vivir? – preguntó Clara frunciendo el ceño. -Eres una nueva figura en el mundo de los negocios, con un patrimonio neto cercano a los mil millones, ¿


te atreverías a morir?


-No, solo siento que no te debo nada, incluso si te salvé. Estoy tratando de compensarte, estoy


redimiéndome- respondió Alejandro.


Alejandro negó con la cabeza una vez más. -No tienes por qué sentirte culpable el verme cómo estoy ahora. Además, mi salud ha mejorado mucho y ya no necesito tomar medicina.


-¿A quién estás engañando? – pensó Clara, enfadada. Sonrió con ironía y dijo: -¿Estás tratando de


llamar mi atención?


Alejandro suspiró con tristeza. Así que lo que estoy diciendo no tiene táctica, solo sentimiento.


Realmente no lo necesito.


Clara se sintió llena de emociones, al escuchar esto y respondió fríamente: -Si ese es el caso, no tengo mucho más que decir. Si no quieres mi aprecio, no necesito ser tan humilde. Después de que completes este tratamiento, no necesitas más medicina. Buena suerte.


Dicho esto, se dispuso a irse, pero Alejandro la detuvo extendiendo la mano.


-Es raro que vengas a verme. Hace frío afuera. ¿Por qué no tomas una taza de café antes de irte?


Iré a prepararlo, será rápido.


Clara vaciló por un momento y, sorprendentemente, no rechazó su oferta.


Se sentó de nuevo en el sofá y observó a Alejandro dirigirse hacia la cocina, con su apuesto porte.


Mientras tanto, recordó las palabras de su hermano Diego. En cuanto a tratar a las personas con sinceridad, ella y Alejandro eran del mismo tipo. Cuando decidia amar a alguien, queria mostrarle su corazón por completo. Pero lamentablemente, a pesar de haberlo amado apasionadamente, él la había despreciado. Ahora, abrir su corazón a él nuevamente sería una tarea extremadamente


difícil.


De repente, un estruendo resonó, seguido por el sonido de una taza rompiéndose en el suelo.


-¡Alejandro?!- el corazón de Clara se aceleró y se levantó de un salto, corriendo hacia la cocina.


En el suelo de mármol, las cerámicas estaban esparcidas por todas partes. Alejandro estaba arrodillado sobre los fragmentos, apoyándose en el suelo con una mano y agarrando el borde de la mesa con la otra. Estaba empapado en sudor, su respiración débil y temblorosa.


-¿Qué te pasa? – exclamó Clara, su rostro lleno de sorpresa, mientras intentaba ayudarlo a


ponerse de pie.


Pero el hombre enfermo era demasiado pesado, y ella no pudo levantarlo a pesar de sus esfuerzos.


Sin alternativa, Clara se agachó y con las manos apartó los fragmentos afilados, preocupada de que


pudiera lastimarse si se cortaba con alguno de ellos.


-Alejandro- dijo con urgencia.


Alejandro alzó la cabeza con todas sus fuerzas, sus mejillas enrojecidas por la fiebre. Sus ojos


parecían perdidos y confusos.


Clara se sorprendió, enojada y asustada, le gritó: -¿Has tomado tus medicinas a tiempo, maldito?


Alejandro respiraba con dificultad, su fiebre lo hacía delirar. Con un instinto animal, extendió los brazos hacia la mujer que amaba con todo su ser y la atrajo hacia él.


-Clara, por favor, dame un poco de amor. Te lo suplico, dame un poco- balbuceó Alejandro.


Los pensamientos de Clara se agitaron mientras sus labios se entreabrieron ligeramente y una


sorpresa tenue se reflejó en sus ojos.


-Alejandro.


-Quiero que me des… un poco de amor- susurró Alejandro con una voz ronca y débil, tocando las fibras más profundas de su corazón. Pero también tengo miedo, porque sé que no lo merezco.


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