Heredera divorciada Novela de Juliany Linares

Chapter 58



Chapter 58

Chapter 58


¿Hablards?


Al día siguiente, desperté de malhumor y sabia que era por el incidente do anoche con aquel desvergonzado atrevido, pero eso no es todo.


Mimadre se dio cuenta que algo ocurrió en la habitación de Tristán, pues, después de abofetearlo y soltarle aquellas palabras hiuientes, él me miró con tristeza por unos segundos sin poder decir una sola palabra, antes de esfumarse de la habitación, sin esperar que yo abriera la puerta, mi madre estaba lo suficientemente cerca como para ver el cambio tan drástico de humor de Alexander al marcharse, y aunque me miró interrogante, preferi no tocar el tema.


¿Qué le iba a decir? ¿Cómo se lo iba a decir?


Miestado de ánimo mejoró un poco cuando llegué al juicio y vi a las Lancaster de la manera más miserable, no tenian ni una pizca de maquillaje en su rostro y se notaba sus imperfectos y ni hablar del cabello, parecia que no se peinaron por un mes, comparado a la imagen a la que estaban acostumbradas.


Esbocé una pequeña sonrisa cuando me miraron con odio, se notaba que se mordian la lengua para no soltar alguna insulto frente a tantas personas.


Para mi sorpresa, los gemelos Lancaster asistieron al juicio, sin embargo, mantuvieron la distancia sin involucrarse, todo lo contrario al abuelo, quien estuvo al tanto del caso, incluso, movió sus contactos para ayudar a su nuera y su nieta del problema en el que se metieron.


Rachel tenia como abogado a un hombre de cabello canoso y una mujer muy bien arreglada, ni aunque llevara la mejor desensa se iba a salvar del castigo por los delitos cometidos.


Al final del juicio, las Lancaster tenían dos opciones: pagar una suma millonaria o cumplir dos años de cárcel.


El viejo Lancaster, aunque lucía furioso, accedió a pagar la suma millonaria de su propio bolsillo, con tal de que las mujeres no pisaran de nuevo la cárcel.


Por parte de Rachel, aparte de pagar un suma millonaria por difamación, la encontraron culpable gracias a todas las pruebas recolectadas, como autor intelectual de intento de homicidio en mi contra, por lo que pasaría más tiempo en la cárcel de mujeres.


Estaba contenta por el resultado, al final de cuentas, le había dado su merecido a esas viboras. Las estaba humillando de vuelta, se ganaron el repudio del ojo público.


Antes de que se llevaran a Rachel, me apresuré a hablar con ella, porque aún habían muchas dudas respecto al intento de homicidio, ¿en serio era capaz de dar la orden de matarme, solo por un hombre?


Dios, no se puede ser más ridiculo.


Cuando me vio llegar a la sala de visitas, puso sus ojos en blanco como si le fastidiara


verme.


Caminé a paso lento alrededor de la mesa, haciendo resonar mis tacos con cada paso que daba. La miré con lástima, por lo lejos que había llegado.


– ¿Por qué esto tenia que terminar así? ¿Qué necesidad de ensuciarse las manos por un hombre? ¿Valió la pena?-pregunté manteniendo mis manos detrás de mi espalda.


Rachel solto una risa y me miró con una sonrisa en su rostro, como si no fuera lo suficientemente miserable.


– Y tú, ¿por qué mentir por un hombre? ¿Valió la pena? -detuve mis pasos cuando escuché su respuesta y se me escapó una risa seca. Vale, en mi caso no valió la pena, pero al menos no cometi algun delito por ello. Yo si tenía mis razones. -Yo sabía quién eras, cuando lo supe ya estabas casada con Alexander y por más que intenté destruir su matrimonio seduciendo a Alex, él jamás me vio con otros ojos que su compañera de la universidad. No me pareció justo que tú siempre obtuvieras todo lo que yo quería, la mejor calificación, te graduaste con honores, te hiciste novia del hombre que tanto me gustaba, se casaron, eres la hija de un multimillonario, eres heredera de la empresa de moda más prestigiosa de Paris, tuviste un hijo del hombre que siempre quise. Tenías y tienes la vida perfecta, ¿y yo que tengo? —la miré sin poder creer que me estaba diciendo todo eso.


Me está diciendo que todo lo hizo por envidia, ¿en serio?


Cómo puede una mujer rebajarse de tal manera, dejar a un lado su dignidad y fijarse en lo que las demás tienen y lo que a ella le hace falta.


Sin duda, el peor enemigo de una mujer es otra mujer.


Aunque ahora ella estaba admitiendo que hizo de todo por destruir mi matrimonio, tal y como Alexander me contó, no era justificación a su infidelidad, ¿acaso no había más soluciones para protegerme?


– Sabes, es lo más ridículo que he escuchado. Tenías mi sincera amistad y preferiste traicionarme a pesar de todo lo que hice por ti. Pudiste tener todo lo que quisieras, pero tu error fue fijarte en lo que tenían los demás y tú no. Ahora dime, ¿qué ganaba con amenazas de muerte? ¿Por qué contratar a un sicario? ¿Quién es ese sicario? ¿Tanto dinero tienes para tal cosa? —pregunté tranquila, manteniendo mi distancia de ella, pues ella parecia un demonio en persona.


Se quedó en silencio más tiempo del que debería y después de una larga espera, abrió su boca para hablar.


– No tengo porqué responder a tus preguntas si mis abogados no están presentes. – con su respuesta, deduje que estaba encubriendo a alguien y que ella no estaba sola en esto.


– ¿Quién pagó el sicario? Porque estoy segura que no tienes los recursos suficientes como para derrochar en un delincuente. ¿A quién estás protegiendo?-no dejé de preguntar, mientras me acercaba a la mesa, su expresión cambió a una que no pude descifrar, pero su mirada me daba a entender que estaba en lo cierto.


-No estoy protegiendo a nadie. No contestaré si no están mis abogados presentes, ¿


quieres culparme de algo mas? – Rachel hablaba a la defensiva y solté un suspiro antes de decir.


-¿Quieres que me crea eso? ¿Eres capaz de hundirte tu sola por cuidar la espalda de quien te metió en esto?-pregunté con voz suave y mira do directamente sus ojos. Tenia que ser más persuasiva para obtener respuestas sin que mencione a sus abogados. -¿No quieres hablar? ¿Te queda al menos un poco de dignidad? Soy la única persona que puede ayudarte en este momento, tienes la última palabra, Rachel. No lo hagas por mí, ni por nadie más, hazlo por ti, piensa en tu libertad. ¿Hablarás?


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